Andrew Niccol explora mito de la eterna ...
Después de explorar la eugenesia en "Gattaca" (1997), el cineasta neocelandés Andrew Niccol aborda en "El precio del mañana" (In Time) el mito de la eterna juventud, inventando una sociedad donde el t...
Después de explorar la eugenesia en "Gattaca" (1997), el cineasta neocelandés Andrew Niccol aborda en "El precio del mañana" (In Time) el mito de la eterna juventud, inventando una sociedad donde el tiempo se ha convertido en moneda de intercambio.
A los 47 años, el guionista y director de "S1m0ne" (2002) y "Lord of War" (2005) -también guionista de "The Truman Show" y "The Terminal"- ofrece una original historia de ciencia ficción con toques "realistas".
En el mundo de "El precio del mañana", actualmente un éxito de taquilla en varios países latinoamericanos, los seres humanos dejan de envejecer a los 25 años. A partir de esa edad, su cuerpo está programado -mediante un reloj incrustado en el antebrazo- para vivir un año más, a menos que el individuo compre, gane o herede tiempo.
Partiendo de esta premisa, la sociedad se divide en dos. Por un lado, están los pobres, que trabajan duro para ganar los segundos, minutos y horas que los alejan de la muerte, y por otro están los ricos millonarios, que poseen décadas, siglos y milenios y pueden soñar con ser inmortales.
Will, interpretado por Justin Timberlake, vive en Dayton, el gueto de los pobres. Hasta que un millonario, que no quiere ser más inmortal, le regala su tiempo.
Con un siglo de su reloj vital, Will es capaz de entrar en el ultraprotegido barrio de clase alta de New Greenwich, donde conoce a una rica heredera, que tiene el rostro de Amanda Seyfried. Ambos tratarán de cambiar el sistema desde adentro.
"Cuando hacía 'Gattaca' sabía que los científicos trabajaban en el gen del envejecimiento y siguen haciéndolo", dijo Niccol a la AFP en Los Angeles. "Era apasionante pero no podía poner todo en 'Gattaca' porque las implicaciones eran enormes. Tenía que ser otra película".
La idea de convertir el tiempo en dinero, hilo conductor de la película, funciona sorprendentemente bien y tiene una traducción visual, artística y cinematográfica inmediata. Entre los pobres, todo va muy rápido, porque nadie tiene tiempo para nada. Entre los ricos, todo es más lento, incluso la música.
También es un mundo muy poco tecnológico: "Los pobres no tienen tiempo para desarrollar nuevos dispositivos y los ricos no tienen ninguna razón para apresurarse a hacer nada. Todo se remite al mañana", dijo Niccol.
Para el cineasta, esta idea de "tiempo=dinero" es una manera de "destacar el valor del tiempo y tomar conciencia del valor de la vida".
La película, que también muestra la explotación financiera de una parte de la población por parte de la clase dominante, también tiene una resonancia especial en las manifestaciones de los "indignados" que, con su crítica abierta al capitalismo, se multiplican en Estados Unidos y Europa.
"Es imposible no ver que hay un abismo creciente entre ricos y pobres", observó Niccol. "No hay clase media en Estados Unidos", agregó.
Aunque el cineasta no busca dar un mensaje político y "El precio del tiempo" incluye romance, acción y ciencia ficción, reconoce que "cuando uno hace una película, todo lo que está en la pantalla dice algo de quien la realiza. Sus ideas, sus miedos, sus ansiedades... Usted probablemente sepa más cosas de mí de las que yo quería decir", aseguró.
La cinta, rodada íntegramente en Los Angeles -en las "tierras de nadie" del centro para representar la ciudad industrial de Dayton, y en los lujosos Bel-Air y Beverly Hills para New Greenwich- también muestra las dos caras de la ciudad.
"También fue muy irónico filmar en la capital de la eterna juventud", dijo el cineasta.
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