Saoirse Ronan (19) tenía 17 años cuando fue convocada por la autora y productora Stephanie Meyer y el director Andrew Niccol para protagonizar La huésped. Ellos dicen que no hubo mucha discusión al respecto, que querían actores talentosos y que Saoirse (se pronuncia sirya) era perfecta para representar los dos roles que la habitan en el filme: la terrestre Melanie y la alienígena Wanda. La dulce actriz , que a los 13 años recibió una nominación al Oscar como actriz de reparto por Expiación, deseo y pecado, asegura no tener miedo de que la fama que puede traerle una película de Meyer la convierta en la próxima Kristen Stewart (Crepúsculo). “Vivo en Irlanda y allá no hay culto a las celebridades. Imagino que para ellos debe ser muy extraño perder la privacidad de un día para otro, pero no creo que me pasaría ni aunque esta saga llegue a ser muy popular”. Lo que sí le gustaría algún día, confiesa, es conocer personalmente a Robert Pattinson, porque como toda adolescente se enamoró de él al verlo interpretar al vampiro Edward Cullen.
Una maestra para los acentos (irlandés durante la nota y otros dos tipos distintos durante la filmación), se ríe al recordar que sus fogosas escenas con el galán Max Irons estuvieron llenas de olor a menta. Resulta que el hijo de Jeremy Irons es un fumador empedernido y tenía que terciar una maquilladora amiga de la actriz, llevándole mentas al galán antes de sus escenas fogosas. Hablando de maquillaje, resulta curioso que los ojos de Saoirse en la vida real son tan azules como los lentes de contacto que todos los que interpretan a los invasores, incluyendo ella en su rol de Wanda, deben usar durante la película, porque ese reflejo implica que ese cuerpo está habitado por uno de los seres luminosos.
El muy británico Irons le dice a Clarín que él no tendría problemas si algún día le toca convertirse en un actor hot como Pattinson. Todavía no le ha tocado, aunque ahora haya sido elegido por Meyer y haya protagonizado una película de la directora de Crepúsculo, Catherine Hardwicke (La chica de la capa roja). “Siempre hay dos lados de una misma moneda, y Robert perdió por un lado su libertad y su privacidad, y su vida es vista con microscopio, pero por el otro lado está trabajando con David Cronenberg por segunda vez... Su rol de vampiro le propició eso, todos deberíamos ser así de afortunados, trabajar con grandes directores es la meta de todo actor. A mí me pasó acá con Niccol”.
Max se ha hecho muy amigo del tercero en discordia en la trama, Jake Abel. Resulta que el personaje de Max (Jared) está enamorado de Melanie desde antes de que la invadiera el alma extraterrestre, y le cuesta creer que esté todavía viva dentro de su usurpadora. El personaje de Abel (Ian) se acerca a la chica para protegerla y termina enamorado de Wanda, la alienígena. Complicado como se ve este triángulo/cuadrado, ellos juran que se hicieron muy buenos amigos los tres en el set. Y se apuran a señalar al actor William Hurt como mucho más raro aún que el guión de La huésped. “William se me acercaba y me preguntaba cómo sería eso de que un ser de la Tierra se enamore de uno de otro planeta, que cómo se conectarían las almas”, recuerda Abel. “Hurt tienen un cerebro más grande que el de un planeta y le gusta la filosofía cuántica, la astrofísica, estaba fascinado con la idea de Stephanie”, acuerda Max.
Fuente: clarin.com
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